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¿Estar motivado o saberse motivar?


Cuando estamos cerca de una competición importante o vamos a participar en una carrera esperada, es fácil que tengamos muchas ganas de competir o que “estemos motivados/as”, pero ¿qué sucede en una temporada como esta en la que no se sabe cómo y cuándo se podrá tomar partido en la línea de salida? ¿Es más importante estar motivado o saberse motivar?


Para ser capaces de responder a esta importante pregunta, lo primero a lo que tenemos que hacer referencia es al término motivación. ¿Qué es la motivación? Clásicamente, la motivación se ha definido como los motivos que nos llevan a hacer algo, es decir, es la fuerza que nos impulsa a acercarnos un objetivo que queremos conseguir. Para cualquier acto que realizamos en nuestra vida es relevante estar motivados, incluso cuando realizamos las tareas que menos nos gustan, lo hacemos por un motivo; por ejemplo, ordeno mi habitación porque si no mi madre me regañará o hago horas extra en el trabajo porque necesito ese dinero. Además, es una variable que tiene mucha relación con otros constructos psicológicos como pueden ser la concentración, la confianza en uno mismo, el nivel de estrés… es decir, nos interesa sentirnos motivados.


Por todo ello, es de vital importancia que aprendamos a generar motivación cuando no tengamos esa competición importante o vayamos a participar en esa carrera tan esperada. Pero ¿cómo podemos hacerlo?


Un elemento fundamental para ello es el establecimiento de objetivos. Un adecuado establecimiento de objetivos nos permitirá generar esos motivos que nos hagan estar motivados. Y aquí viene la siguiente pregunta: ¿cómo podemos definir los objetivos de manera adaptativa y que no nos suponga un problema alcanzarlos?


Lo primero que debemos saber es que existen dos tipos de objetivos. En primer lugar, se encuentran los objetivos de resultado, que son aquellos orientados a una marca o posición concreta (por ejemplo, hacer tres horas en una maratón o quedar primero en una determinada carrera). Suelen estar formulados de manera impositiva (“tengo que conseguir”, “hay que lograr”) y debido a su carácter dicotómico, ya que son del tipo todo o nada, el hecho de no cumplirlos puede generar frustración a la persona ya que todo el trabajo que ha habido detrás parece que no se ve reflejado.


Por el otro lado, se definen los objetivos de rendimiento como aquellos que no están orientados a un resultado concreto y que acercan a la persona (o deportista en este caso) a alcanzar dicho fin porque lo divide en pasos previos y alcanzables. Volviendo al ejemplo de la maratón, aspectos como un adecuado control de la respiración, mantener una buena pisada, conseguir un adecuado braceo y controlar los momentos de ingesta durante la competición, pueden ayudar al corredor a conseguir bajar de las tres horas en la carrera. Por último, y mientras que los objetivos de resultado pueden generar frustración en el deportista, el hecho de no alcanzar los resultados de rendimiento implica un proceso de análisis y aprendizaje ya que no están descritos de forma impositiva sino en forma de deseo (“me gustaría”, “espero”).


Asimismo, existen ciertas pautas que nos van a ayudar a definir objetivos de forma adaptativa:


- Generar los objetivos en positivo. La forma de pensar influye en la manera de comportarnos por lo que si generamos pensamientos en positivo que acompañen a dichos objetivos, seremos capaces de alcanzar las metas propuestas. Por ejemplo, en lugar de “no dejar de pedalear”, sería mejor “centrarme en llevar una pedalada fluida y constante”. De esta manera evitamos la obligación negativa de no dejar de pedalear y la sustituimos por un deseo en positivo.


- Escribir un diario. Al igual que muchos deportistas hacen con la actividad física, puede resultar de interés llevar un control escrito acerca de los progresos y avances en la consecución de los objetivos, sobre todo si los objetivos son a largo plazo. Así, tendremos clara la mejora y nos servirá de aprendizaje en futuras ocasiones.


- Imaginarnos cumpliendo los objetivos. Se ha verificado que visualizarse cumpliendo el objetivo (aspecto que requiere un entrenamiento previo) ayuda a generar motivación y a mantenerla en el tiempo. Imaginar lo feliz que seré en el podio o el orgullo que sentiré al ver cumplido mi objetivo, ayudará a generar no solo motivación por querer conseguirlo antes de la competición sino también durante la misma.


Por todo ello y más, parece que es mejor saberse motivar que estar motivado por lo que, ¿te animas a trabajarlo?


Félix Marquiegui

Psicólogo Deportivo

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