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¿Hasta dónde llega mi capacidad sufrimiento?



Es probable que, una vez que hayas leído el título del artículo, se te hayan ocurrido distintas formas de responder y gran parte de ellas pueden haber comenzado con un “depende”. Lo cierto es que sí, depende, y depende de diversos factores. Por supuesto, Alejandro Valverde y tú tenéis una capacidad de sufrimiento distinta y también es cierto que tu capacidad de sufrimiento puede variar en función de la sesión de entrenamiento, pero en lo que tanto Alejandro Valverde como tú y como yo coincidimos es en que podemos aprender a gestionar esa capacidad de sufrimiento. ¿Cómo? Sigue leyendo para descubrirlo…


Lo primero a lo que debemos hacer referencia es al cerebro. El cerebro es uno de los órganos más importantes del cuerpo y es, sin duda, el que más gasto de energía realiza (ya que está implicado en todas las acciones que ponemos en marcha). Por ello, toda acción que pueda omitir, todo gasto de energía de se pueda ahorrar, tratará de llevarlo a cabo. Unas veces, ese ahorro de energía se traduce en realizar las acciones de forma procedimental (esto ocurre cuando tomamos partido en operaciones ya aprendidas), pero cuando percibe un peligro, pone en marcha un sistema de alarma a todos los niveles (hormonal, comportamental, conductual…) para recuperar la anterior sensación de seguridad. En el deporte, un peligro puede ser un esfuerzo exigente. Lo que ocurre, es que no siempre que se activa ese mecanismo de defensa el peligro es real.


Es decir, el cerebro actúa bajo la ley del mínimo esfuerzo y siempre tratará de tomar el camino que menos trabajo y gasto de energía le suponga (admitámoslo, todos lo hacemos, y el cerebro no iba a ser menos). Si nos encontramos en situaciones de peligro aparente y de manera continuada respondemos en forma de huida frente a los estímulos peligrosos, el cerebro percibe esa respuesta como adaptativa y tratará de actuar de esa forma de manera continua, haciendo que, cada vez, el umbral de resistencia a dicho peligro sea cada vez menor.


En el caso del deporte, si siempre que estamos cansados y creemos que no podemos hacer más paramos, es cuando se produce la patología: el cerebro provoca una adaptación en el cuerpo que hace que se canse antes y, por ende, haremos menores esfuerzos (es decir, nuestra capacidad de sufrimiento irá descendiendo poco a poco).


Por lo tanto, no es que nuestra capacidad de sufrimiento sea baja o no llegue a alcanzar los niveles que pretendemos, sino que nuestro cerebro se encarga de hacernos creer eso porque no le gusta sufrir. Sin embargo, si en una competición queremos mantener el ritmo para no descolgarnos del grupo o para conservar la ventaja después de una escapada debemos saber cómo gestionar esa capacidad de sufrimiento y así conseguir nuestro objetivo.


- En primer lugar, es importante conocer qué pensamientos se producen en dichas situaciones y a qué sensaciones o emociones están asociados. Una vez sean identificados, nuestra tarea será la de detenerlos y tratar de enfocarnos a lo que realmente nos puede ayudar en dicha situación. De esta manera, podremos engañar a nuestro cerebro haciéndole creer que el peligro es menor porque lo controlamos y, así, incrementar la capacidad de sufrimiento.

- Asimismo, podemos recurrir al foco atencional para distraer al cerebro. De esta forma, el objetivo será el de ubicar la atención en un elemento distinto con el fin de liberar carga cognitiva y que el cerebro no perciba dicha situación como peligrosa.

- Por último, será necesario que utilicemos un autodiálogo positivo. Como ya hemos visto en otros posts, la manera en que pensamos afecta a la forma de actuar y lo cierto es que, los mensajes que nos damos a nosotros mismos también influyen en ello. Si somos capaces de cambiar un “no puedo” por un “me gustaría conseguirlo”, podremos influir en nuestra capacidad de sufrimiento.


Este es solo otro ejemplo de cómo el entrenamiento mental puede ayudarnos en la práctica deportiva y es que, como se ha visto, todo ello no se consigue sin proceso de entrenamiento que permita controlar las estrategias mencionadas. Por suerte, en Entrenamiento Ciclismo podemos trabajar para conseguirlo. ¿Te apuntas?


Félix Marquiegui

Psicólogo Deportivo

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